FANATHOS

Me envían un mail encriptado. Tardo en traducirlo. Es de la Logia Fanathos, de entusiastas racionales. Me convocan en un jardín de infantes de la avenida Independencia, barrio de Boedo. Quieren mostrarme el modus operandi de este grupo de hinchas, consagrados a enfriar todo tipo de fanatismo desbocado. Prometen gin tonic. La cita es para después del segundo partido de la tarde, ya definidos los ocho finalistas. Voy.

Fanathos está contra todo tipo de cábalas. Cree (el verbo no es apropiado) que a la suerte hay que asistirla. La suerte es para ellos que te toque un referí favorable. Y que también eso está decidido. Para ellos no hay casualidades. En la logia, percibo por la terminología utilizada, hay un par de lacanianos practicantes. Se mueven por el recinto con agilidad y entusiasmo. Hay varias laptops en la salita celeste. Están expectantes ante una decisión de la FIFA, y para ello están moviendo todos sus resortes. Porque Fanathos no está sola, tiene montada una red en varios países, Sudáfrica entre ellos. Mucho en Europa. Brasil ni te cuento. El tema es que están lobbiando para que en el partido del sábado aparezca el gol de Messi. Ojo, en esta operación no está incluida Alemania como integrante de la movida. Me explican: en caso de conflicto de intereses, la Logia suspende su férrea Hermandad y cada integrante antagónico puede buscar a sus aliados, siempre y cuando ninguno de éstos trabaje para ambos bandos.

La cuestión es que están operando junto a hermanos de algunos países, que no puedo revelar, para que el sábado la FIFA decida que Argentina utilice la casaca azul sin rayas.

De esa manera, Alemania usará la camiseta blanca original y Messi los podrá confundir, en momentos de alta adrenalina cerca del área, con el Real Madrid, y así, y sólo así, por fin moje y se le allanen todos los caminos impedidos por esta demasiado duradera constipación en el marcador. Un gol, dictamina un joven ingeniero con ruido de llavero, y aparece el mejor jugador del mundo en todo su esplendor.

Fanathos sabe que Messi necesita la contención catalana y lo más parecido a eso es tener al enemigo merengue dentro de la cancha. Ellos, cerebrales y estudiosos, saben cómo funciona un europeo con gambeta sudamericana. El gin es bueno, bebo un par. Miro la hora. No dibujé la tira de mañana. Antes de despedirme les pregunto qué necesitan de mí, en qué los puedo ayudar. “Publicidad”, me contestan. Quieren que la gente se vaya avivando que no todo es torpes jabulanis o musas, y que la gente vaya aprendiendo que, si hay un fatalismo, éste puede ser absolutamente racional.

Me voy, como quien no se desangra.

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