SOLOS 2
-Debe ser de dónde viene, mi amigo, de ahí debe venir la cosa.
-No, es que así se nace nomas.
Los dos, sentados en una mesa raída y con vista a la cale dejan de hablar por un rato y miraron hacia afuera. Uno se tragó la caña de un tirón y el otro se acomodó el cinto medio a escondidas. La ciudad y los tiempos ya no estaban para andar mostrando filos brillantes. La carraspera de Dionisio quería decir algo, o quería invitar a seguir la charla. Pasó un colectivo con el escape libre, puro humo. Adentro del bar, varios como ellos gastaban sus jornales en alcoholes y rememoraban viejas hazañas de potrero y corral. Algún grito, tal vez. Y el sonar de los vidrios que iban y venían.
Hacía años que Dionisio y su compadre no lo veían por Mataderos, sabían por qué, pero se preguntaban por la larga ausencia.
-Hace poco dijeron de él en el diario, parece que anduvo de viaje. El hombre no era para morir entre vacas.
-Nació pare eso, como le dije. Si estuviera en ésta mesa andaría penando.
-.Unos nacen con estrellas y otros, estrellados, decía mi madre.
-Qué lindo hubiera sido saber agarrar el lápiz, para ver como es-
Los dos volvieron a hundirse en la pausa y el trago.
Sabían que no verían más al tripero viejo.
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