DE REPARTO O DE AJUSTE

La gente está muy esperanzada: hoy jugamos con México. Estamos en ese exacto punto, ya conocido, de jugarnos la autoestima en cada partido. Nuestra autoestima en los botines de once, catorce jugadores. Déjà vu de nuestra gente: el enorme gozo ante una victoria, y la tragedia ante la adversidad. En un juego. Es extraño ver a ciertas selecciones perder como profesionales, irse de la cancha como si hubiesen sufrido sólo un percance laboral. Eso es inimaginable en nuestros jugadores, que llorarían o se les caería la familia, el barrio, las minas y los amigos encima. Seguramente es un reflejo que les queda de cuando eran hinchas, y veían caer a la selección en la final del ’90, o la desilusión del ’94 y otras debacles posteriores. Son así. Somos así. Hoy estamos muy confiados. Objetivamente, nuestros profesionales son superiores, todos agrupados, a los profesionales de México. Acordarse de eso, ellos son la profesión y nosotros, la afición.

Los daneses, eliminados hace un par de días, son profesionales. La hinchada, ciudadanos de Dinamarca, ¿también son profesionales, al no dramatizar la derrota?, ¿o son pechos fríos?, ¿y nosotros pechos calientes? ¿Cómo somos?, ¿por qué somos como somos?, ¿quién soy?, ¿hacia dónde voy?, ¿ser o no ser?, ¿doble cinco, cuatro delanteros, muzzarella con dos de fainá?, ¿Fronterizos o Chalchaleros?, ¿le ganamos a los mex con gol de Maxi, y cómo no repetimos el resultado con los alemanes después?

Si manejamos mal nuestra autoestima, ¿la chocamos? ¿Y cómo la reparamos luego? ¿Con alambre? ¿Hoy jugaremos con México o contra México? ¿Qué quiere decir “jugar”? ¿Divertirse con el otro o a costa del otro? Como verán, ser triunfalista me trastorna.

Realmente, en un tiempo mundial que se debate entre reparto o ajuste, esta Selección nos representa cabalmente, eligiendo un estilo generoso de juego, de reparto. Y nos enorgullece esta representación, más allá del resultado. Porque puede pasar cualquier cosa en un juego, alguien se puede lastimar o quedar afuera. En fútbol uno se la puede bancar. Pero en otro lado, no.

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