PANTALLA PINAMAR: ¡QUE VIVA EL CINE!


La séptima edición de Pantalla Pinamar se desarrolla con un buen porcentaje de películas europeas, argentinas, y el trámite exótico de este año son 4 films de la India.
Ya se sabe: el marco es el ideal, fin de semana largo en 2 salas largas, sin películas demasiado largas. Y Pinamar con este tiempo de idus de marzo invita al relajamiento. Las colas para sacar entradas ( hay público que ve hasta 4 películas por día) es tranquila, los actores, productores, guionistas y periodistas pasean mezclados con los sedientos de historias. Se puede ver a la delegación de España con su estrella internacional comiendo al lado de una pareja veterana que acaba de ver la película donde todos aquellos están implicados, en un restaurante de la Bunge, y sin histerias. Cruzan levitando Fanego, Rissi, Carlos Morelli, Mazure, sin apuros. Todos conviven aquí y el contrato de cruce de sonrisas es “a ver qué me contás este año” o “gracias por el buen momento”.
Hemos visto, no todas, ya que somos humanos y hay amigos con quienes celebrar, pero sí una buena cantidad de películas que en el Bafici sería tortuoso ver. Desde la inaugural Juntos para Siempre, de Solarz, pasando bruscamente a Balada Triste de Trompeta, del español Alex de la Iglesia, que es el plato fuerte del festival, siguiendo con la durísima Route Irish de Ken Loach, y aquí voy a tratar de parar con los adjetivos, que tantas bromas despierta en Pantalla Pinamar por su abundancia. Otra: Aballay, de Spiner. Otra: Caño Dorado, de Pinto. Más: Rehén de ilusiones, de Subiela; Bon Apetit del español Pinillos; Cerro Bayo, de Galardi; la oda al equipo del Barca de Messi, Johan, Primero, del holandés Kramer; la hispana Planes para mañana de Macías, y los homenajes a nuestras La película del Rey, de Sorín y Tiempo de Revancha, de Aristarain, las dos con aniversarios redondos.
Pantalla Pinamar continúa hasta este domingo 13, y es un gran gran programa para escaparse este fin de semana y entregarse a una de las pocas magias que estos tiempos de extremo hiperrealismo permite colar, con entradas tan baratas que ni vale la pena colarse en el cine.

Miguel Rep
(Publicado en la revista Veintitres del 10-3-11)

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